Paola Santana una dominicana que dejó la política para fabricar drones

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La abogada dominicana cambió su carrera al servicio de la política para fundar Matternet, una ‘startup’ que desarrolla drones para transportar pequeñas mercancías y que han volado ya en países alrededor del mundo.

Esta abogada dominicana de 30 años, especialista en administración pública, estudió en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra de su país natal. Después, en 2010, se mudó a EE.UU. para continuar sus estudios en la Universidad George Washington con una beca Fulbright en el corazón de la política estadounidense: Washington DC, pero luego de trabajar un tiempo en temas políticos, decidió que su capacidad de cambio era demasiado lenta.Fue entonces cuando decidió dar un giro a su carrera e intentar cambiar el mundo a través de la tecnología.

Fundada en 2011, Matternet desarrolla drones autónomos destinados al transporte de pequeñas mercancías en recorridos de hasta 20 o 30 kilómetros. La idea es poder cargar objetos de poco peso (como por ejemplo medicinas o documentos) en zonas de acceso limitado.

En un momento en el que las regulaciones de Estados Unidos todavía limitan el uso de estos dispositivos con este objetivo, ella y su equipo llevan desde el 2011 trabajando en países alrededor del mundo.

Los drones de Matternet se diseñan y fabrican en California, pero han volado en Suiza, Malawi, Haití, la República Dominicana, Bután y Papúa Nueva Guinea.

“Decidimos ir primero a los lugares donde la tecnología se necesitaba más”, explicó Santana. En el 2011, utilizar drones para transporte “era una idea súper loca”, aseguró. En el 2016, con empresas como Amazon y Google trabajando en el desarrollo de dispositivos de este tipo, ya no lo es, pero todos los intentos de compañías estadounidenses se han dado de bruces con la legislación del país.

Asegura que su camino en Silicon Valley ha sido muy duro. Lo ha sido como mujer en un mundo dominado por hombres, como latina y extranjera en un país en el que tuvo que pasar meses sin poder cobrar hasta lograr un visado que le permitió trabajar para la propia empresa que había ayudado a crear, y también como profesional sin capacidad técnica en un área en la que “no ser un ingeniero de software o hardware es algo que te resta”.