Estudio asegura que las mujeres son mejores programadoras que los hombres

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Una programadora de software, Rachel Nabors, ha convertido en aventuras de cómic sus dificultades para ser aceptada en la difícil comunidad de escritores de código. Nabors se sorprendió de que, fuera la que fuera la solución para arreglar errores en un software de código abierto en el colaboraba, todas terminaban recibiendo la misma respuesta: el rechazo. Nabors ha sufrido la marginación por ser mujer, un fenómeno que parece sistemático y generalizado en el mundo de la programación según un reciente estudio conjunto de dos universidades norteamericanas.

Los autores del trabajo de investigación rastrearon a fondo GitHub, la mayor plataforma de desarrollo colaborativo de software con 12 millones de colaboradores, en busca de datos que confirmasen o desmintiesen otros casos Nabors. Aunque la plataforma no pide el dato del sexo a sus usuarios, los investigadores lo averiguaron a partir de los perfiles asociados a los emails en la red Google+. De algo más de cuatro millones de usuarios de GitHub con dirección de correo electrónico visible públicamente, los investigadores lograron identificar el sexo del 35% para luego medir su éxito o fracaso en GitHub.

El estudio se planteó si las propuestas de mejora de un software (llamadas pull requests) que procedían de mujeres tenían más posibilidades de ser aceptadas o rechazadas por la comunidad que las de hombres. Los investigadores partían de una hipótesis, basada a su vez en estudios previos, que establecían una clara discriminación en la contratación de programadoras frente a sus colegas masculinos, pero se toparon con una sorpresa: las propuestas que procedían de mujeres eran más aceptadas por el resto de programadores (con un 64,4% de tasa de aceptación) que las que habían creado hombres (un 62,7%).

Los autores del estudio creen que esta mayor tasa de aceptación se debe a un mayor prestigio de las programadoras en la comunidad. Pero esa afirmación encierra una realidad oscura: esas programadoras prestigiosas serían solo las supervivientes en un entorno muy hostil para las mujeres. El estudio establece que las programadoras sufren mucho más rechazo que los hombres en sus primeras propuestas. Dicho de otro modo, al principio de su carrera, cuando el género de un programador es identificado como femenino, se sufre más rechazo .

“A muchas mujeres puede no merecerle la pena el agotamiento que les supone probar su competencia una y otra vez”, apunta el artículo. En cambio, quienes sí están dispuestas a soportar el rechazo durante un tiempo terminan asentando una buena posición en la comunidad. El estudio está pendiente de revisión y publicación en una revista especializada.

Uno de los autores del estudio, el profesor de la Universidad de Carolina del Norte Emmerson Murphy-Hill, quiere evitar a toda costa la idea de que su trabajo implica que las mujeres “nacen” mejores programadoras: “Lo que sugieren los datos es que de la gente que remite propuestas de programación a GitHub, las mujeres parecen ser más competentes en sus propuestas que los hombres”.

Las mujeres programadoras son aún una minoría. Un estudio de 2013 estableció que solo un 11,2% de los programadores de código abierto eran mujeres. Estudios algo más antiguos apuntan a que, en Europa, solo una de cada cuatro licenciadas en Informática es mujer.