Décadas atrás la protección medioambiental, la neutralidad climática y la eficiencia energética eran temas políticos. Se discutían, se creaban bandos: “activistas” y “realistas”; “verdes” y “conservadores”.
En aquel momento, resultaba descabellado que todo un continente declarase su neutralidad climática y, en consecuencia, se crearan nuevos modelos de negocio que derivaran en una reestructuración de todo un sistema económico.Europa lo ha puesto en práctica llamándolo el #GreenDeal.
En diciembre de 2019, durante la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático COP25, la Unión Europea asumió el atrevido compromiso de convertirse en el primer continente neutral de carbono en 2050.
El crecimiento económico de las naciones industriales occidentales estuvo acompañado por el consumo de energía y un incremento de la contaminación ambiental. Los viajes, la movilidad y el consumo se encontraron con la correspondiente oferta que brindaron el comercio y la industria.
En la última década, la ‘megatendencia’ de la llamada neo-ecología ha alcanzado todos los niveles de la sociedad, la política y, con el tiempo, también la industria. En diciembre de 2015, tras años de negociaciones por parte de la comunidad internacional, se concluyó el Acuerdo Climático de París en la Conferencia sobre el Cambio Climático COP21 y fue ratificado formalmente por la Unión Europea el 5 de octubre de 2016.
Con las huelgas estudiantiles impulsadas por el movimiento Fridays for Future en todo el mundo, el problema pasó de las calles a los hogares. “La mayoría de los que hoy somos responsables económicos, políticos o sociales hemos tenido éxito gracias a este paradigma moldeado por el crecimiento, la creencia de que los recursos son casi inagotables y un enfoque sobre lo que es técnicamente factible”, dijo Barbara Frei Vice President of Europe Operations since 2019.
Actualmente, la responsabilidad corporativa incluye un éxito económico que abarca todos los aspectos de la sostenibilidad y la responsabilidad social. Y todos ellos son igual de valiosos. Cualquiera que lleve un producto al mercado y descuide los factores ambientales —tanto si surgen en su misma puerta o en China, India o cualquier otro lugar— pronto dejará de tener éxito económico; lo cual también se aplica a edificios, fábricas, redes eléctricas, conceptos de movilidad… O sea, a todo y a todos y todas.
La sociedad está sensibilizada, sobre todo la generación más joven. La Unión Europea pide el Pacto Verde y, a pesar de enfrentarse a una crisis económica mundial provocada por la actual pandemia, este cambio de dirección queda fuera de discusión. Al contrario, se confirma, enfatiza y aplica, como veremos. El 30% del paquete de recuperación sin precedentes de 750.000 millones de euros adoptado recientemente por la UE se dedicará a inversiones relacionadas con el cambio climático.
El desafío dentro de esta complejidad es encontrar soluciones que sean económicamente exitosas, sostenibles y justas.